Manuel Chaves Nogales
Juan Belmonte, matador de toros
Chaves Nogales hace años que está considerado como un gran periodista y escritor pero yo conocí su obra un poco antes de su reconocimiento general pues como sevillano compré una novela suya de curioso título “El maestro Juan Martínez que estaba allí”. Luego he leído dos sobre la Guerra Civil, como A sangre y fuego y La defensa de Madrid y la famosa (para nosotros los sevillanos) Mi ciudad, que escribió con unos 23 años. Este libro forma para mí una trilogía hispalense fundamental con Divagando por la ciudad de la gracia de José María Izquierdo y Ocnos de Luis Cernuda.
Recién jubilado a mediados de 2011 compré una excelente edición de la autobiografía de Juan Belmonte (que en realidad escribió Chaves Nogales en conversaciones con Belmonte) con ilustraciones de otro famoso sevillano de Coria del río, Andrés Martínez de León.
Yo tenía y siento simpatía por Joselito y el Sevilla frente a Belmonte y el Betis pero al leer el libro no solo sentí más respeto por la figura de Belmonte sino que el libro enseña muchas cosas de la Sevilla de los comienzos del siglo XX, sobre todo las escenas de los primeros años del torero cuando aún ni siquiera era novillero y andaba colándose en las dehesas de Tablada por la noche. También recuerdo con agrado lo narrado cuando ya Belmonte era una famosa figura. Por cierto yo recuerdo personalmente la conmoción en Sevilla cuando la muerte de Belmonte y se fue conociendo que había sido un suicidio.
Por Antón Vázquez
DIARIO DE UN CRONISTA APESTADO
De Eduardo Juarez Valero
Por Carola Aikin
… “Pues eso es este libro. Un canto a la vida retorcida por la peste. Un canto a la felicidad de estar vivo y a la obligación de contar lo vivido”…
Todo es real. El hospital. Los pulmones que no responden. La sospechosa cercanía de la muerte. Los que sufren a su lado.
Y luego, el autor, el cronista apestado por el covid, nos invita a buscar algún sentido a este diario donde da cuenta de lo que vive, de lo que su mente fabula y piensa, de los personajes que conoce, y nos va metiendo en un entramado de historias, recuerdos, delirios casi maravillosos… Y aunque no le falta sinceridad, crudeza en lo que se refiere a su estado mental y físico, al lector le trae algo objetivo, muy sano: vive lo que hay que vivir pero a la vez suscita su curiosidad, incluso le hace reír en bastantes ocasiones…
En este libro hay algo diferente. Busca, busca, Lector, hasta que encuentres, quizá, ese paisaje interior de nuestro cronista, el lugar desde el que relata, y que se puede mirar desde muchas ventanas pero que siempre presenta una coherencia, una solidez… Es un paisaje bello, en ocasiones peculiar. Es un paisaje tremendamente vivo y además sensato… un poco con esa sensatez con la que narra El Lazarillo de Tormes.
Así se siente. Alguien que está ante una realidad devastadora y sin embargo no se pierde en la niebla de las emociones. Hace como hizo la sabia Sherezade, Nuestro cronista cuenta historias. Infalible.
Por Carola Aikin
Autora: TATIANA TIBULEAC
EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES
… “Los ojos de mi madre eran un despropósito”… “Los ojos de mi madre fea eran los restos de una madre ajena muy guapa”…
Creo que ha sido la curiosidad lo que ha marcado mi “navegar” por esta historia de amor entre un hijo y su madre, una relación llena de heridas en la que inicialmente sorprende el odio y el desprecio profundo, casi inimaginable, también el insulto, la ofensa… Y de pronto, a saltos, como pequeños milagros, va surgiendo la ternura.
Quizá sea necesario desvelar que el mundo que se describe a través de los ojos-corazón de este hijo, cuya mirada se nos puede hacer tan amarga, páginas adelante, sin embargo, se convierte en lo más parecido al puro amor. En esta travesía por un arco iris de emociones que llegan desde la oscuridad, la poesía es bellísima. En la fealdad hay un impulso de belleza imparable.
…“Los ojos de mi madre lloraban hacia adentro”…”Su sonrisa de tallos rotos. El verde escurrido de sus ojos. Su blanco de nimbo herido”… “Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos”…
…”Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas”… Y esas historias familiares irán emergiendo y entretejiéndose, como una especie de thriller, hasta hacernos visualizar, entender lo que pasó, por qué sucede lo que está sucediendo… lo que sucederá en un futuro contado desde el presente en las vidas de los personajes.
Muy distinto a nada que haya leído últimamente… Muy lejano, muy cercano a la vez… Quizás un aroma a Agota Kristof… ¡Un viaje interesante!
Por Carola Aikin
“…paladea las palabras, sumérgelas en un fluido donde sólo haya música y se parezca a ti, quítales lo que tengan de peso, dóblales los sentidos, pero sin retorcerlos, encuentra las metáforas que quieras encontrar, o aun mejor, que sean ellas las que den ese paso, muévete despacio si es preciso, comprueba que transitas por un terreno en el que se prefiere la verdad, aunque haya que esforzarse para ello y tendrás una poesía como la que yo busco.”